Nos interesa trabajar sobre la libertad que gozábamos de niños. Libertad creativa y libertad de aprovechar los espacios publico.
Nuestros recuerdos comunes se ven protagonizados por el espacio. Gran parte de nuestra infancia se sucedió en la vereda, la plaza o el quiosco. Esta utilización del espacio nos permitía una interacción directa con el mundo que, si bien era transformada por nuestra percepción de niños, fomentaba el desarrollo creativo y la socialización.
Jugar en la calle no solo nos permitia conocer lugares nuevos, si no también personas. Nuestro grupo de amigos no se limitaba a compañeros del colegio y familiares, incluía vecinos, o la sobrina de la vieja de la esquina que la visitaba de vez en cuando, o al chico que iba todos los sábados a la plaza y llevaba una pelota.
Puntualmente queremos abordar el trabajo bajo estas dos libertades. Buscamos mostrar la apropiación de estos espacios por parte de los niños, y como la creatividad colectiva transformaba los escenarios en otros mundos, concretos, complejos y verosímiles.
La vereda se transforma en una pista de bicicleta, un portón en un estadio de futbol, o la plaza en una selva llena de sitios para esconderse, esperando el momento oportuno para hacer pica y salvar a tus compañeros.
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